 Se trata de la antigua ermita de Nuestra Señora de la Calle, llamada San Bernardo desde el siglo XVIII y hoy iglesia del Colegio de la Salle.
La fachada fue declarada Monumento Nacional en 1941. Curiosamente fue declarada únicamente la fachada, y al desligar de esta manera tan pintoresca la declaración de un elemento del resto del templo, el resto del edificio recibió un tratamiento inmerecido. Sus cubiertas se degradaron excesivamente, por lo que la Fundación decidió actuar también en ellas.
Esta bella fachada plateresca pertenece a un convento fundado por Santa Teresa, regentado desde 1581 por las MM Carmelitas, al que en 1592 se trasladaron las Bernardas, procedentes de Torquemada.
La fachada posee dos cuerpos y tres calles, dobles columnas ricamente esculpidas se apoyan sobre altos plintos, medallones con delicados bajorrelieves en los intercolumnios, relieves de columnas profanas en la cornisa.
El primer cuerpo de la fachada consta a su vez de dos sectores divididos en tres calles mediante columnas exentas de fuste estriado cuyo primer tercio posee una decoración carnosa de temática vegetal, y con capiteles tipo corintios.
El cuerpo superior tiene una elegante hornacina, que alberga la estatua de San Bernardo, flanqueada con motivos decorativos platerescos en sus calles laterales, donde hay arcos de medio punto cegados con una decoración que asemeja vanos termales -durante su restauración se ha puesto de manifiesto la decoración del intradós de los arcos cegados-.
El cuerpo alto se configura como una espadaña de escala casi enteramente ajena al primer cuerpo. Toda la arquitectura se asienta sobre un fondo de ladrillo de aparejo mudéjar.
Los dos primeros pisos de la fachada fueron terminados por Hernando de Pumar, quien demuestra en esta portada un conocimiento de la norma clásica y una gran soltura en su utilización.
Este tipo de portadas presenta la distribución tradicional de los retablos, superponiendo cuerpos divididos en calles, una recreación española de los órdenes repetidos en fachadas teatrales que se da con especial frecuencia y acierto en el antiguo Obispado palentino.
Fue no obstante Francisco de Praves quien procedió a la terminación de la fachada, reformando algunos aspectos de la que construyó su antecesor. El arco en el que actualmente se encuentra la hornacina de San Bernardo era un vano desde el que se decía misa (desde el coro alto) hacia la calle. Praves maciza el vano y en su lugar dispone el nicho, que habría estado primero ocupado por la tradicional imagen de la Patrona y luego, ya en el siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas y el traslado de la imagen al templo de la Compañía, las nuevas titulares de la iglesia colocan en la hornacina la figura del santo abad de Claraval, figura de mérito que se atribuye a Tomás de Sierra.
Con el abandono de la práctica de decir misa desde el hueco central, es posible que el macizado de este cuerpo superior se debiera al deseo de garantizar la estabilidad constructiva.
Restauración
La suciedad de la fachada deterioraba la piedra, además se habían clavado elementos metálicos como señales de tráfico o papeleras. El elemento más dañado del edificio es su cubierta, dando origen a humedades que se traducen en la fachada: con tejas movidas, rotas o ausentes y la tabla de ripia a la vista, podrida o ya desparecida.
Tras la intervención se logró la estanqueidad de la cubierta, la correcta evacuación de las aguas y la accesibilidad para un correcto mantenimiento futuro.
La restauración ha consistido en:
- Reposición de cubierta.
- Limpieza de la fachada.
- Tratamiento de juntas y fisuras.
- Reparación de piezas rotas.
- Tratamiento de protección y entonación cromática.
- Tratamiento del ladrillo.
- Limpieza, sellado y protección de la puerta de madera y de la rejería.
| | FICHA TÉCNICATipo: Restauración (Bienes Inmuebles)
Provincia: Palencia
Proyecto: Santa María la Real del Patrimonio Histórico Presupuesto: 142.364,73 € |
