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Valladolid - Casa Luelmo

 
Valladolid - Casa Luelmo
 

La Fundación ha establecido su sede en los mil metros cuadrados que ocupa la construcción que denominamos “Casa Luelmo”, pero que popularmente ha sido conocida como “Villa Paulita”. Ello ha sido posible una vez concluidas las obras de rehabilitación promovidas por la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León, cuyo alcance y contenido se describen a continuación

 

 El emplazamiento.

 

A finales del siglo XIX, la ciudad de Valladolid se extendía hacia el sur hasta los alrededores de la plaza de toros. Más allá, en la extensa explanada situada al este del río Pisuerga, la burguesía local levanta sus casas de recreo. Es el caso de Rufo Luelmo y su mujer, Paulita.

El arquitecto Antonio Ortiz de Urbina, y probablemente el propio Luelmo, sitúan la casa de tal manera que el visitante, al acceder desde la carretera de Rueda pueda recorrer una alameda sin perder de vista la torre y el eje de entrada al edificio.

Valladolid ha crecido en torno a  la finca en los últimos veinte años. El Plan Parcial Parque Alameda respetaó una amplia porción de zona verde pero esta especial relación de la casa con su entorno se desvaneció con la urbanización surgida en su rededor. La perspectiva de su alzado principal, en concreto, fue finalmente ocultada por el conjunto de pantallas de hormigón que formaba parte de la ordenación del parque.

  

La Casa Luelmo.

 

La imagen del edificio es, a primera vista, la de otros chalés eclécticos de los alrededores de Valladolid. Sin embargo, es uno de los primeros edificios modernistas de Valladolid.

Su interés no se limita a las soluciones formales presentes en sus fachadas, sino que alcanza al planteamiento funcional de la casa, donde también encontramos rasgos del estilo que Ortiz de Urbina  desarrolla, por ejemplo, en otro edificio situado en la calle Gamazo.

El trazado de la planta sigue el esquema de una esvástica, cuyo núcleo central es la escalera principal. Este esquema es asimétrico en uno de sus brazos, el de suroeste, y en la colocación de la torre. El contorno de la casa es discontinuo en tres de sus frentes, y totalmente plano en el de la fachada principal, que adquiere gran énfasis. 

La capilla y las dos terrazas  quitaron nitidez a este esquema, y esto es debido a que se trata de adiciones surgidas por decisiones sobrevenidas al tiempo mismo de la construcción.

Originariamente, la casa, tenía dos plantas nobles, que albergaban los salones y dormitorios de la familia, un espacio bajo cubierta resuelto con perfil de mansarda destinado a desván y habitaciones de servicio, y un semisótano con almacenes, además de la torre y una capilla.  con inmejorables vistas en sus plantas superiores. La capilla está al nivel del jardín, desde el que accedían directamente los trabajadores de la finca.

El planteamiento modernista está presente también en el diseño del alzado principal. Respecto de su eje, la composición es asimétrica: al esquema de predominio vertical de la pareja de huecos del lado norte, se contrapone en el lado sur el potente arco partido que da carácter a toda la fachada.

Con la reforma ejecutada en 1956 se adosó a esta fachada un cuerpo diseñado con los mismos materiales que el resto de la casa, que hacía las veces de cortavientos del zaguán y que quitó rotundidad al planteamiento de Ortiz de Urbina.

Eclécticos son los numerosos elementos convencionales que mitigan las intenciones del nuevo estilo: el potente zócalo de granito, petos de piedra, arcos de medio punto  y apuntados en torre y capilla, respectivamente, y la más tradicional galería de madera.

El volumen general de la edificación es de gran empaque. La  irregularidad del trazado de su planta es compensada con el acento dado a los ejes verticales de todos sus vanos. Este efecto es reforzado con la incorporación de buhardillas, alineadas con cada grupo de ventanas, y con trucos de composición: la ventana de la escalera principal se subordina al esquema general de las fachadas, en vez de modificar sus cotas en función de la meseta intermedia. El predominio de elementos verticales en el conjunto tiene su culminación en la torre, cuya solución formal es más clásica.

La innovación también está presente en la Casa Luelmo. Además de las ventanas de madera con mecanismo de guillotina, la piedra artificial que Jerónimo Arroyo había empezado a fabricar en Palencia posiblemente llega a Valladolid por primera vez con las balaustradas y cresterías que decoran los petos de la fachada principal, torre, balcón y terrazas. El muestrario de barandillas se completa con los quitamiedos de las buhardillas, y sobre todo, con los originales antepechos metálicos ya comentados en la reseña histórica.

Los materiales del exterior son los mismos que habían empleado quienes construyeron en 1906 y bajo la dirección de Teodosio Torres  la Iglesia de la Pilarica: molduras y jambas ejecutadas con un mortero mixto de cal y yeso, profusión de elementos cerámicos de la fábrica de Eloy Silió en tejas planas, ladrillo aplantillado y, sobre todo, las características escamas que decoran los faldones del abuhardillado. Todos los muros son de carga, realizados con ladrillo aplantillado. Los niveles intermedios y el de la cubierta se sustentan con alfarjías y armadura de madera, respectivamente. No así el techo del sótano, que se resolvió con viguetas metálicas y revoltones de ladrillo de gran desarrollo recibidos con yeso.

 

La reforma de 1956.

Las obras realizadas en este año afectaron a la imagen del edificio, pero tuvieron su origen en necesidades funcionales del momento, ya que la casa empezó a ocuparse durante periodos más prolongados, incluyendo los invernales. Por este motivo, se incorporó una completa instalación de calefacción con radiadores, nuevos techos falsos en las habitaciones, y persianas de madera en todas las ventanas, que variaron completamente el perfil y dimensiones de todos los vanos, y que menguó la luminosidad interior del espacio.

En origen, el paso del comedor, situado entre la capilla y la escalera, a la cocina del sótano, se realizaba a través del jardín. Había que descender por una escalera al exterior, y volver a entrar a la casa. En 1956 se reformó la cocina y se construyó en el propio comedor una escalera interior que comunicó ambas plantas.

La nueva sala de estar pasó a ser más espaciosa gracias a la demolición del muro que la separaba de la galería. Toda esta zona se cubrió con un forjado de hormigón. Tanto en esta galería como en la terraza occidental se incorporaron nuevas escaleras hacia el jardín.

La distribución de la planta alta se adecuó a las nuevas necesidades familiares: se habilitó un dormitorio adicional en la crujía norte, y se incorporaron armarios en todos los recintos, lo que supuso el cegado de las ventanas hacia el norte. El espacio bajo cubierta fue compartimentado, y se incorporaron dos aseos.

 

El deterioro.

Cuando la casa se desocupa, se inicia un lento proceso de deterioro, que culmina con el incendio que se declara en junio de1998 y que tiene su origen en la aparición sistemática de “okupas” en su interior. Hasta ese momento, ya se apreciaban lesiones y desprendimientos en molduras y carpinterías exteriores, producto de las filtraciones de su cubierta. En el interior, la hiedra había invadido las habitaciones superiores, y los pavimentos y alfarjías habían sufrido el efecto de las goteras. En la torre, sin protección en sus ventanas, las entradas de agua habían podrido las alfarjías interiores y habían hecho impracticable su hermosa escalera de caracol.

El fuego debió tener su foco en la planta baja, desde donde ascendió por el hueco de la escalera y encontró su salida natural en la cubierta de la crujía occidental, causando la carbonización completa de su armadura, y el derrumbe de la alfarjía sobre la sala inferior y pasillos adyacentes.

En septiembre de 2001, la Consejería de Cultura acomete obras por el procedimiento de emergencia que tienen como objetivo congelar el deterioro de la casa y adoptar medidas preventivas en las zonas de estructura afectadas. Una vez desmontada la totalidad de la cubierta en peligro, se procedió al desmontaje de la alfarjía que cubría el salón de planta alta. Se recuperaron y almacenaron tejas planas y escamas y se construyó una nueva armadura, que reproduce la disposición y dimensiones de la que se había hundido. La alfarjía intermedia fue también restituida con secciones apropiadas.

 

Las obras de rehabilitación.

La Casa Luelmo, uno de los últimos edificios de interés que quedaba vacante en la ciudad de Valladolid, ha sido habilitada para un uso institucional, en lugar del residencial para el que fue construida. Pero en este caso, y gracias a la sensibilidad de sus nuevos ocupantes, el proyecto y la obra de rehabilitación han podido plantearse como la recuperación de un tipo arquitectónico, con arreglo a las intenciones originales de Antonio Ortiz de Urbina y Rufo Luelmo.

Desde un punto de vista funcional, se ha optado por dar prioridad a la distribución original del edificio con respecto a las nuevas funciones que va albergar, y no al contrario. Las dos plantas nobles, y el desván se han destinado a despachos y lugares de trabajo, mientras que la capilla ha sido acondicionada como biblioteca de la institución. En el sótano se han instalado las infraestructuras y almacenes.

Se ha respetado, pues, la configuración arquitectónica que Ortiz de Urbina dio a su edificio, ya que todos los recintos significativos han recuperado sus proporciones y dimensiones originales, de las que quedaban suficientes vestigios.

No se han llevado a cabo operaciones traumáticas de vaciado o sustitución, sino que se ha procedido al refuerzo, mediante sopandas, de las alfarjías de madera y a la restauración de la escalera principal, donde se han conservado las huellas del incendio. La reapertura de todos los huecos originales ha permitido recuperar la relación visual con el entorno y con el eje de acceso a la casa.

La comunicación entre planta baja y sótano se ha resuelto mediante una nueva escalera contigua a la principal, que ha permitido anular la que se construyó en 1956, recuperando las dimensiones del antiguo comedor. Desde este recinto se ha practicado un paso directo hacia la capilla.

La torre, que nunca tuvo asignada una función específica, ha sido el lugar más adecuado para la incorporación de un ascensor que sirve a todas las plantas, menos a la de su propia coronación. A ésta se llega gracias a la escalera de caracol original de madera, que ha sido restaurada.

No menos importante ha sido la atención dedicada a conseguir que Casa Luelmo sea un edificio sin barreras arquitectónicas. Además del ascensor, se ha habilitado una rampa que rodea el lado sur de la casa, y los dos aseos de sótano han sido diseñados con arreglo a  las normas de accesibilidad.

El acabado de las plantas nobles responde a la imagen doméstica de los edificios de esta época, con zócalos y tonos fuertes, mientras que el gran espacio bajo cubierta (muy alterado por las reformas) ha pasado a ser completamente diáfano, unificando los tonos de paredes y armadura. En la capilla, decoración y arquitectura se han combinado para dejar constancia de la existencia de un pequeño coro, al tiempo que se han habilitado estanterías de madera contrachapada con un diseño que intenta respetar la escala y trazado del recinto.

En el exterior, el tratamiento ha tenido como referencia la foto de 1907. En todos los alzados, se ha dado la máxima importancia a la recuperación formal y cromática de los vanos, con la reposición de los elementos perdidos o deteriorados en jambas, molduras y cornisas utilizando morteros de yeso, y una limpieza no exhaustiva de los paramentos.

Se ha reproducido la gama de colores y tonos originales en las nuevas carpinterías de madera, al tiempo que se han aprovechado los elementos constructivos que habían perdurado, como es el caso de tejas, escamas y cerámicas.

El alzado principal ha recuperado su imagen inicial, una vez eliminado el cuerpo adosado en 1956, y sobre la puerta de acceso se ha restituido el balcón y balaustrada originales. La meseta de acceso ha sido restituida, con doble escalera y barandillas de aspa.

En el alzado posterior, la galería ofrecía una apreciable laguna en el conjunto. Ha sido resuelta con la incorporación de contraventanas de madera gris, cuyo diseño de lamas curvas pretende armonizar con el resto de la fachada, al tiempo que tamiza el soleamiento en el interior. Un criterio similar se ha aplicado en la incorporación de barandillas para la rampa exterior y la escalera de acceso al sótano, cuyo diseño ha intentado sumarse, sin ánimo de imitación, a la colección de petos de la casa.

El esfuerzo realizado en la recuperación de la arquitectura hubiera sido incompleto sin una adecuada puesta en valor del entorno, que ha sido posible gracias a la colaboración municipal.

La demolición parcial de las pantallas de hormigón que ocultaban parcialmente la casa, han devuelto a ésta el carácter y perspectiva de su fachada principal y la alineación con la alameda que llega desde la carretera de Rueda. La pavimentación de losas de granito se ha limitado a enlazar el perímetro edificado con los circuitos peatonales existentes.

La casa, finalmente, se ha vuelto a integrar con naturalidad en el parque, gracias a un moderado nivel de iluminación, que ha sido resuelto desde las propias farolas del alumbrado público.

 

 
 

FICHA TÉCNICA

Tipo: Restauración (Bienes Inmuebles)
Provincia: Valladolid
Proyecto: Santa María la Real del Patrimonio Histórico

Promotores:

Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León

Colaboradores:

Ayuntamiento

Consejería de Cultura y Turismo

Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.

Año de realización: 2001

 
 

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